Los cimientos del cemento se cuartean. El desplome de los sectores de construcción e inmobiliario, el extremo endurecimiento del mercado financiero y crediticio, y las restricciones presupuestarias de las Administraciones públicas han colocado entre la espada y la pared a los grupos cementeros y del hormigón españoles (Portland Valderrivas, Molins, Balboa y La Unión, entre otros) y a las filiales de los mayores conglomerados mundiales de estas actividades que operan en España.
La situación es mala en todas estas empresas y crítica en las menos diversificadas. La demanda de cemento en España ha pasado del cielo al infierno en cinco años. El techo del consumo lo marcó 2007 con 56 millones de toneladas, y el suelo —hasta ahora—, 2011 con una demanda de 20 millones; pero el deterioro sigue y las expectativas para 2012 sitúan la demanda por debajo de los 17 millones de toneladas. Hay que remontarse a 1967, dicen en la patronal Oficemen, para encontrar cifras semejantes. “Vivimos un recrudecimiento de la crisis sin precedentes”, señalan en la patronal.
Buen ejemplo de lo que está pasando es Portland Valderrivas, principal responsable de una caída del 64% en las ganancias de su matriz FCC en 2011. La cementera se ha comprometido a reducir su capacidad de producción para adaptarla a las previsiones de demanda del mercado español en los próximos años (30 millones de toneladas). Para alcanzar tal objetivo, la compañía va a cerrar parcialmente dos de sus ocho plantas españolas dentro de un proceso de reestructuración que contempla 500 despidos, la sexta parte de su plantilla en España. La reestructuración tiene un coste estimado en 50 millones de euros.
La situación es mala en todos los grupos y crítica en los menos diversificados
El plan de choque de Portland, que cerró el ejercicio 2011 con una pérdida neta de 327,5 millones y 311 millones de saneamiento, se denomina Plan NewVal, abarca el periodo 2012-2013 y fija como meta alcanzar en dos años un incremento de 60 millones en su ebitda. Juan Béjar, fichado en su día por FCC para desatascar la filial de infraestructuras que comparte con Bankia, Globalvía, ha sido elegido de nuevo (hace mes y medio se le nombró presidente de Portland) para sacar del atolladero, en este caso en sus negocios del cemento, al grupo matriz.
Portland Valderrivas, que tiene un 22% de cuota en el mercado español, quiere reducir a lo largo de este año en 300 millones su deuda bruta de 1.300 millones y para ello tendrá que desinvertir o ampliar capital. La compañía puso hace varios meses el cartel de “se vende” a su filial estadounidense Giant Cement Holding, por la que pretende ingresar 700 millones de dólares, pero aún no ha encontrado comprador y las expectativas son poco favorables.
El grupo está preparando además un nuevo plan de negocio hasta 2016 que debería facilitarle la renegociación de créditos pendientes, que quiere dejar concluida antes del verano, con las entidades financieras. Portland Valderrivas tenía a finales del pasado ejercicio 1.054 millones de deuda neta. Parte de esa deuda, según el informe de gestión de su matriz FCC, se hallaba vencida a 31 de diciembre por el incumplimiento por parte de su filial Giant de algunas ratios fijadas en los contratos de financiación, lo que le ha obligado a reclasificar como pasivo a corto plazo 238 millones de euros de deuda. Además, ha tenido que reclasificar como pasivo corriente 988 millones, y también por incumplimientos, de créditos sindicados que utilizó para la compra de Uniland (se incorporó al grupo en 2006). De esa deuda, Portland y otras sociedades del grupo garantizan 226 millones.
Cementos Molins, el otro gran grupo doméstico, ha eludido los números rojos en 2011 (ganó 24,3 millones), pero redujo su beneficio anual nada menos que en un 64% (aunque el descenso, según la compañía, es solo del 39% si se excluyen 26 millones de extraordinarios en sus cuentas de 2010). Sus resultados han estado lastrados por sus negocios en Túnez, por la inestabilidad política social en este país en el último año, y por las sociedades que operan en España, que acusan profundamente la situación de los mercados, lo que lastra sus indicadores y sus resultados.
Cementos La Unión se ha visto abocada por el desplome del mercado nacional a poner en marcha expedientes de extinción y regulación de empleo en febrero, y Corporación F. Turia, a recomponer su asociación con la helvética Holcim tan solo unos meses después de haberse separado. El grupo extremeño Gallardo, con el agua al cuello en varios de sus negocios, no ha logrado colocar su cementera Balboa, por discrepancias en la valoración tras haber suscrito la venta, a la brasileña Companhia Siderúrgica Nacional (CSN). Las cuentas de Tudela Veguín también están damnificadas por la situación del mercado doméstico.
Gripe en las multinacionales
A los gigantes mundiales del cemento tampoco les va bien en España. Holcim ganó un 77% menos en 2011 y ha tenido que provisionar 641 millones en sus cuentas debido, en buena parte, a la depreciación de sus activos y al deterioro de su actividad en España. Su filial española presentó en enero un ERE que afecta a 140 empleados, al 40% de su plantilla, y prevé, dentro del ajuste que ha diseñado para el mercado nacional, el cierre de la mitad, una veintena, de sus plantas de hormigón.
La mexicana Cemex también se ha visto golpeada por la crisis en España, donde sus ventas cayeron un 20% en 2011. “Los volúmenes siguieron disminuyendo durante el último trimestre del año”, señala la multinacional, “afectados por una menor demanda en todos nuestros sectores y regiones, especialmente en Cataluña y Levante”.
La francesa Lafarge atribuye los 3 millones de pérdidas registrados en sus cuentas al cierre del cuarto trimestre de 2011, frente a unas ganancias de 62 millones en igual periodo de 2010, al impacto de las depreciaciones y de la caída de la demanda de cemento en España y Grecia. Países donde espera nuevos descensos en volumen de ventas del 15% y del 12%, respectivamente, y que van a centrar parte de los esfuerzos requeridos por un anunciado plan de ahorro de costes global por importe de 500 millones de euros. El grupo se propone también realizar desinversiones por un importe conjunto de 1.000 millones de euros.
La cementera de origen portugués Cimpor registró en 2011 una disminución del 18,1% en su beneficio, que se situó en 198 millones, con significativas caídas de sus ventas en Portugal y España. Atribuye el descenso de sus ganancias a la pérdida de valor de sus activos en España —donde controla la firma Corporación del Noroeste y está reestructurando sus negocios y reduciendo su capacidad de producción—, al refuerzo de provisiones fiscales en Brasil y al aumento de los márgenes financieros.
Una situación, en suma, la del sector del cemento que pone en riesgo la continuidad de algunas fábricas y la permanencia de miles de puestos de trabajo. Como reflejaba hace siete días un lector de este periódico, A. Velasco, en la sección Cartas al Director, “indigna” y “preocupa” que el consumo de cemento haya caído a niveles de los años sesenta, es decir, que hayamos retrocedido 50 años. “Esta es nuestra desgracia”, escribe, “haber consumido en el último decenio tanto cemento que no podíamos digerir y hoy sufrimos una indigestión que nos ha puesto en ayunas (sirva el símil sanitario)”.
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