El sector cementero sigue bajo una tormenta, pero cada vez llueve menos. Incluso comienzan a verse claros. La patronal Oficemen espera para el próximo ejercicio el primer incremento en la demanda doméstica desde que arrancó la crisis. El colectivo empresarial ha calculado un escenario medio con un alza del 5%, que vendría motivado por un pequeño repunte de la obra civil, al que debe el 58% de las ventas, y la construcción de viviendas.
El otro dato alentador es que las exportaciones de clínker y cemento ofrecen un óptimo comportamiento, alcanzando las 9,4 millones de toneladas y convirtiendo a España en el primer vendedor de la UE fuera del marco comunitario. El cemento español llega a 59 países, como Francia, Reino Unido, Italia, todo el Norte de África, Estados Unidos, Brasil o Argentina. La crisis interna ha tirado del esfuerzo exportador, algo en lo que los fabricantes españoles tuvieron experiencia en el pasado, cuando en los ochenta eran líderes mundiales con algo más de 13 millones de toneladas de cemento anuales colocadas fuera de las fronteras locales.
Pese a todo, la industria huye del triunfalismo y coloca todas estas cifras en su justo contexto. El ejercicio 2014 va a concluir con una demanda local ligeramente inferior a los 11 millones de toneladas. El comportamiento respecto a 2013 es plano, gracias al pequeño repunte en pedidos del segundo semestre, según ha explicado el presidente de Oficemen, Isidoro Miranda.
Con la demanda tocando suelo, el consumo de cemento per cápita en España es de 231 kilogramos anuales, lo que recuerda a estadísticas de 1962. Miranda ha declarado esta mañana ante un grupo de periodistas que la demanda para un país como España debería estabilizarse en los 25 millones de toneladas, pero cree que esa cota no será alcanzada hasta 2022. En los años del boom inmobiliario las ventas de cemento conquistaron la cima histórica de las 57 millones de toneladas anuales.
En este contexto, la patronal reclama costes eléctricos competitivos para seguir incrementando las ventas el exterior: “Los productores argelinos tienen un tercio de los costes energéticos que soportan los españoles, y en Francia la industria paga hasta un 15% menos por la energía”, explica el presidente de Oficemen. El sector debe a la luz una tercera parte de sus costes variables y un 20% de los totales, según el colectivo empresarial.
Pero además de un abaratamiento de esta factura, se reclama la posibilidad de contratar la luz a largo plazo. “Los precios que soporta la industria deberían ser predecibles porque nuestras empresas se están comprometiendo a precios a largo plazo en sus exportaciones”, cita el director general de la patronal, Aniceto Zaragoza. En busca del abaratamiento energético, Oficemen aplaude la repesca o segunda subasta de interrumpibilidad anunciada esta mañana por Industria. “El resultado para el cemento fue muy malo en la primera subasta, quedándose en el 50% de lo que le correspondió el año anterior”, ha recordado el presidente de las cementeras, “el Gobierno cumple ahora con su palabra de lanzar la segunda subasta”.
El director general de Oficemen también señala como estratégico para el país y para el negocio del cemento la conquista de mayores cuotas de valorización. Un 26% del combustible que queman los hornos cementeros lo constituyen residuos, creciendo desde el 6% de antes de la crisis, pero en países como Alemania, Bélgica u Holanda los porcentajes superan el 60%.
Otra petición al Gobierno, renovada esta mañana, se dirige a los Ministerios de Fomento y Medio Ambiente, a los que se demanda un tirón en la ejecución de obra pública: “Tenemos en el turismo uno de los motores de la economía y este depende en buena parte de la calidad de las infraestructuras”, dice Miranda. “Debemos desterrar la creencia de que todo está hecho en España en materia de infraestructuras. Esa idea va contra el futuro del país”, sentencia Zaragoza.
Dura adaptación
A lo largo de la crisis el sector cementero ha cerrado plantas y parado hornos hasta dejar la capacidad de producción instalada en 35 millones de toneladas. Este funcionamiento al ralentí se ha traducido en un recorte del 40% en el empleo, hasta los 4.400 empleos directos.
El negocio vive un momento de concentración, con el proyecto de integración de los gigantes Lafarge y Holcim, y el intento parado a última hora entre esta última y Cemex para distintos mercados, entre ellos el español.
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