Friday, June 1, 2012

WORLD: Crisis o no, el mundo pide cemento


En los últimos 15 años la producción mundial de cemento se ha más que duplicado, principalmente debido al auge de la construcción en los países emergentes. Entre los líderes del sector figura suiza Holcim, que cumple un siglo de vida.


Pruebe a poner 12.000 Empire State Building uno al lado del otro. Obtendrá así la cantidad de cemento producida en 2011: 3.400 millones de toneladas, según los datos del US Geological Survey.

Después de dos años de ralentización derivada de la crisis, el sector logró levantar cabeza en 2010: la producción mundial progresó un 9,2% respecto al año precedente. En 2011, el crecimiento fue más moderado (+2,8%).

Mercados locales, actores globales

Una de las características de la industria es que su producción es fundamentalmente local. Los países productores utilizan el 95% del cemento que se consume en el mundo.

Esta peculiaridad, sin embargo, no ha obstaculizado la consolidación del sector. Si en 1990 las cementeras más grandes controlaban el 10% de la producción mundial, hoy esta proporción es del 25% (el 45% si excluimos a China). Las multinacionales líderes del sector son la francesa Lafarge, la suiza Holcim, la irlandesa CRH, la alemana Heidelberg Cement, la mexicana Cemex y la italiana Italcementi.

Desde hace varios años, las economías emergentes -que hoy consumen cerca del 90% de la producción, frente a un 65% hace dos décadas- constituyen el centro de gravedad del sector cementero.

“Actualmente, el 75% de nuestra capacidad de producción se halla en los denominados mercados emergentes”, confirma Peter Stopfer, responsable de la comunicación externa de Holcim. En 2011, la capacidad productiva de la multinacional suiza aumentó en 4,5 millones de toneladas, para alcanzar los 216 millones.

El mercado chino…

De los países emergentes, China se lleva la parte del león. La producción total se ha cuadriplicado en el espacio de diez años; hoy, el país asiático fabrica más de la mitad del cemento mundial. Pero el mercado chino ofrece otra particularidad.

“Cuenta con la presencia de cerca de 1.500 actores y las multinacionales tienen solo participaciones minoritarias en las empresas chinas”, explica Simon Pallhuber, analista del Credit Suisse y especialista en el sector de la construcción. No obstante, la situación podría cambiar. “El gobierno de Pekín se propone consolidar el mercado, lo que puede abrir nuevas perspectivas para las compañías extranjeras”, precisa el analista del Credit Suisse.

Holcim está presente en el país desde los años 1990 y posee participaciones en Huaxin Cement, una de las diez principales cementeras chinas. “Esta cooperación es un éxito”, subraya Peter Stopfer. En su opinión, “China seguirá creciendo en los próximos años, aunque a un ritmo menos sostenido, pues el gobierno apuesta más por la calidad que por la cantidad”.

Desde esta óptima, Holcim dispone de buenas cartas. Según Simon Pallhuber, no hay que subestimar su “potencial innovador”. Respecto a sus competidores locales, que pueden abaratar los precios, tiene la ventaja de ofrecer productos de “gran calidad”, subraya el portavoz del grupo. “En un país donde a veces se desploman edificios a causa de la pésima calidad del cemento, esto puede ser un factor decisivo”.

… y los otros

El otro gran mercado asiático es India, donde Holcim se ha labrado una posición destacada. El grupo ha decidido además aumentar en los próximos años en más de 5 millones de toneladas su capacidad de producción en el este del país. “Se trata de un mercado con un gran potencial”, señala Stopfer.

En 2011, la industria del cemento atravesó algunas dificultades en el subcontinente indio debido a la inflación bastante elevada que redujo los márgenes, explica, por su parte, Pallhuber. Pero estos problemas parecen superados.

“También crecen los mercados de Australia, Indonesia y Tailandia. En América Latina, están naturalmente Brasil, pero también Colombia y algunos países centroamericanos. En Oriente Medio, cabe mencionar especialmente a Egipto y los países del Golfo”, agrega el analista del Credit Suisse. El continente africano constituye otro mercado de futuro, donde el fuerte crecimiento demográfico y urbanístico alimenta la demanda.

Estancamiento en Occidente

En los países occidentales, exceptuando las diferencias regionales, el mercado está estancado. “La industria del cemento atraviesa una fase catastrófica sobre todo en Italia, Grecia y España”, precisa Pallhuber.

En cambio, la situación es estable en el norte de Europa. Con un negocio de la construcción a pleno rendimiento, Suiza representa una excepción. En 2010, las ventas de cemento en el país alpino alcanzaron el nivel más alto de los últimos veinte años. Según cifras de Cemsuisse, la federación del sector, aumentaron un 5,1% respecto a 2009.

En cuanto a Estados Unidos, Peter Stopfer ve indicios de una recuperación, y pronostica “una débil recuperación de las principales economías desarrolladas” a corto plazo.

Desafío ambiental

Desde hace unos años, la industria cementera se enfrenta a un gran desafío: reducir las emisiones de dióxido de carbono. Para producir el clinker, el principal componente del cemento, los hornos necesitan alcanzar temperaturas superiores a los 1.400 grados. De ahí que las cementeras figuren entre los sectores que más gases de efecto invernadero producen (el 5% de CO2 a escala mundial).

“Holcim ha asumido el compromiso de reducir de aquí a 2015 en un 25% las emisiones de CO2 por tonelada de cemento con respecto a los niveles registrados en 1990”, anota Peter Stopfer. “Para alcanzar este objetivo nos centramos en tres aspectos: reducir la cantidad de clinker sustituyéndolo por otros componentes minerales, utilizar combustibles alternativos y mejorar la eficiencia energética”.

Hasta ahora los esfuerzos, además de fructíferos, han conseguido el reconocimiento de las organizaciones no gubernamentales. “Desde 1990 hemos reducido las emisiones en un 21,8%”, precisa Stopfer. En 2010, la multinacional creó un fondo especial, dotado con 100 millones de francos al año, para desarrollar nuevos proyectos, especialmente en la investigación de combustibles alternativos.

“Se podría pensar que estas multinacionales aúnan esfuerzos sobre todo en los países occidentales. Sin embargo, intentan aplicar más o menos las mismas reglas en todo el mundo”, destaca Simon Pallhuber.

“En su propio beneficio”, acota el analista del Credit Suisse. “Con el sistema de certificados de emisión de CO2, les conviene contaminar menos para luego poder quizás revender estos certificados. Es una forma de asegurarse cierta estabilidad en años menos rentables”.

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