Wednesday, January 26, 2011

PARAGUAY: La INC no puede estar en manos de un inútil



El ministro de Industria y Comercio (MIC), Francisco Rivas, debería destituir al titular de la Industria Nacional del Cemento (INC), Optaciano Gómez Verlangieri, por inepto, debido a su incapacidad y por haber convertido a la proveedora del estratégico material de construcción en un lugar donde impera una casta de privilegiados.

Desde finales del año pasado y hasta ahora, la INC se ha convertido en un muro de lamentos para los que pretendiendo conseguir el material deben esperar días y días, mientras que los privilegiados -que no forman fila y retiran grandes cantidades de cemento- son los que sacan sus grandes tajadas.

Es vergonzoso lo que ocurre en esa institución pública caracterizada desde luego por su antigua ineficiencia. Después de las desastrosas administraciones coloradas, se esperaba que la gestión de un luguista pusiera orden y capacidad.

El remedio, sin embargo, resultó peor que la enfermedad. Los que lidiaban años atrás con la corrupción en la INC aseguran que ni en los peores momentos se llegó a tanta arbitrariedad y falta de respeto a los clientes. Las protestas de los “depositeros” -grandes y pequeños- son más que fundadas. Sus camiones forman largas colas en Villeta, mientras que otros llegan e inmediatamente pasan a cargar.

Evidentemente hay una rosca que obtene ventajas en perjuicio de los postergados. La que florece y va viento en popa es la especulación, no el comercio honesto.

El problema no es sólo de orden organizativo para retirar el material de construcción sino también por limitación de la producción. La crónica falta de clínker para responder a gran parte de la demanda es el obstáculo principal.

Y Optaciano Gómez Verlangieri es el responsable de esta situación lamentable.

Los indicadores económicos muestran que la industria de la construcción -junto a la soja y la carne vacuna- es uno de los factores más dinámicos de la economía local. Aventaja, incluso, en cuanto a ocupación, a los exportadores de granos, porque es una fuente de trabajo directa para miles de obreros e indirecta para un vasto universo de proveedores.

Aun así, el MIC se contenta con organizar reuniones con los afectados por el problema para que, acto seguido, la INC olvide lo acordado para la solución del inconveniente. Mientras tanto se paralizan las obras, los obreros -al no trabajar por la falta de cemento- no cobran, los constructores se retrasan en sus compromisos y continúa el largo vía crucis.

Así como urge la construcción de una línea de 500 kV para la transmisión de energía eléctrica, hay que hacer fuerza para que no falte cemento en el mercado ni se altere su precio por la especulación de los sinvergüenzas, apadrinados por funcionarios de la INC.

La industria de la construcción es demasiado importante como para que la INC quede en manos de un inútil que fomenta la especulación, genera tensión y descontento, se burla de los clientes tradicionales y retrasa las edificaciones a lo largo y ancho del país.

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