La empresa mixta Cementos Cienfuegos S.A., que fabrica dicho producto, así como clinker, para la exportación y el consumo nacional, no trabajó a plena capacidad en el 2011 ni cerró el año con indicadores halagüeños, fundamentalmente en el primero de los rubros constructivos.
Su director, Orlando Torres López, explica a Granmaque en dicha etapa debieron vender 662 mil toneladas de cemento. Pero el plan de ventas se incumplió al 80%, debido al bajo nivel de extracción del material embolsado en este enclave, situado en Guabairo (a unos 20 kilómetros de Cienfuegos) y donde laboran 297 trabajadores vinculados de modo directo a la producción.
Durante el año finalizado no estaba previsto que operasen dos hornos en la fábrica, pero incluso con el único en funcionamiento existieron momentos de interrupción productiva a consecuencia de los silos llenos. Incluso, hubo etapas en las que debieron regular este horno y ponerlo en "marcha económica", o sea, por debajo de su capacidad de diseño, con las consecuentes repercusiones negativas de diverso signo (económico, financiero, energético, técnico, social), indica el directivo.
ECOCEM Y LAS PARTES RESPONSABLES DEL FENÓMENO
Afirma Torres López que únicamente poseen autorización para expender sus productos a una sola entidad: la Unidad Empresarial de Base Cienfuegos de la Empresa Comercial del Cemento (ECOCEM), ente autónomo —no forma parte de la empresa mixta— encargado de extraerlos y comercializarlos a través de su red de clientes.
En virtud de los impedimentos que a su flujo cotidiano le provocó la situación descrita, Cementos Cienfuegos S.A., cobra a ECOCEM una penalización por perjuicios económicos, ascendente a 2 millones 500 mil CUC.
El director de ECOCEM, Oscar Valladares Pérez, afirma que "en el 2011 teníamos la responsabilidad de extraer de Cementos Cienfuegos S.A., 208 600 toneladas para la exportación y 453 400 destinadas al consumo nacional".
Sin embargo, no lograron afrontar semejante tarea en su totalidad, y el obstáculo cimero estuvo focalizado en el terreno exportable. De las toneladas concebidas de cara a su distribución internacional solo se pudieron viabilizar en el exterior unas 34 mil (el 16 %), puesto que dos compradores desistieron de su demanda, apunta.
Aclara el directivo que tales ventas al exterior no las realizan de forma directa, sino mediante una tercera entidad, IMECO (empresa importadora y exportadora del Ministerio de la Construcción), y dicha relación carecía de una base contractual conjunta, hasta el próximo abril, comenta el directivo, cuando entrará en vigor un instrumento jurídico que la obligará a saldar sus cuentas con nosotros en casos como estos.
Este ejemplo evidencia, lamentablemente, cómo la importancia del contrato viene a aflorar a la hora de la "autopsia" del compromiso comercial fallido, y no de forma preventiva, como mecanismo de protección de la empresa.
Por otra parte, en el abarrotamiento de cemento en la empresa y el deterioro de algunos de sus indicadores, también influyeron que "el Grupo Empresarial de Camiones (UDECAM) y la Empresa de Ferrocarriles, encargados de su transportación, no se avinieron a lo establecido en el mecanismo contractual en lo tocante a las cargas respectivas por mes. No hubo un solo mes del 2011 en que cumplieran", manifestó el directivo de la Empresa Comercial del Cemento.
"Establecimos reclamación comercial, así como demandas a los tribunales como no pudimos hacer con IMECO. De esto debe encargarse nuestra casa matriz."
En busca del siempre necesario contraste de fuentes, Granma contactó con la dirección de UDECAM, responsable de la transportación en bolsa mediante su parque de camiones, cada uno de ellos con capacidad de carga de 35 toneladas.
Su director general, Rigoberto Ramos, y su jefe Comercial, Danilo Santana, están en desacuerdo con lo expresado por la dirección de ECOCEM. Subraya Santana que, según lo establecido en el contrato firmado entre ambos organismos, aquel debía notificarle de forma puntual cualquier tipo de incumplimiento por su parte.
"Sin que en ningún mes del 2011 nos notificaran afectación, de buenas a primeras entramos a este año con la noticia de la demanda. Estamos apelando a la instancia suprema del Tribunal" continúa el jefe Comercial de UDECAM.
Ambos cuadros critican varios hechos acaecidos en la Fábrica de Guabairo y la cadena puerto-transporte-economía interna.
Según Danilo Santana, en ocasiones sus camiones tenían que regresar vacíos, con el consiguiente gasto de combustible, porque en la fábrica no existía el componente para amarrar los sacos o bolsas.
En otras, añade Rigoberto Ramos, llegaban a rastros u otras entidades después de las cinco de la tarde y, aunque en teoría esta cadena opera las 24 horas, no se contaba con el personal necesario para descargarlo, comprometiendo la disponibilidad del vehículo para la jornada posterior.
El director de UDECAM se refiere a otro elemento que los golpeó y los tuvo parados: "hubo momentos en que los almacenes del puerto de Cienfuegos estuvieron abarrotados, sin espacio. Debíamos cargar hacia dicho destino 600 toneladas diarias: lo establecido en el contrato, y no podíamos. Pongo el ejemplo más reciente: en 16 días inactivos, por dicha razón, dejamos de transportar 9 600 toneladas".
En fin, aunque los transportistas (UDECAM) hayan interpuesto la contrademanda a los comercializadores (ECOCEM) e insistan en que no dejaron de cargar lo estipulado, a ojos vista se evidencia que existió un divorcio contractual.
MORALEJAS AMARGAS
Por fortuna, todo este embrollo no influyó en las ventas de las 200 toneladas semanales a la población de las provincias de Cienfuegos y Santa Clara (más un extra a Matanzas) efectuada a través del Ministerio de Comercio Interior, las cuales se mantienen estables según sostiene Ronald López, director comercial de ECOCEM.
La expresión más clara de que ya no existe cemento "congelado" la confirma a este periódico René Martínez Campos, gerente de ventas de la empresa mixta, quien muestra el espacio sobrante del área de almacenamiento. Sobre todo porque, como observa Orlando Torres, el director de Cementos Cienfuegos S.A., los primeros meses del año son de baja producción y demanda, y por lo menos hasta abril esta última no se estabiliza.
Sin embargo, dos amargas y tremendas lecciones nos brinda la historia hasta aquí esbozada —nada inédita por cierto— en nuestro universo empresarial.
La primera es que las decenas de miles de toneladas no cargadas constituyen una magnitud respetable, que pudieron inyectarse al sistema constructivo de la nación, e impulsar un grupo de inversiones paralizadas, o hasta propinarle un espaldarazo a la construcción de viviendas por esfuerzo propio.
La segunda es que lo sucedido aquí constituye una nueva evidencia de cómo el irrespeto a contratos y a conciliaciones entre las partes lacera el cuerpo de nuestra economía, estanca a las empresas, genera descontentos y nos deja con muchas reservas por explotar. En casos así, perdemos todos.
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